lunes, 9 de enero de 2012

Segunda Sesión: Identidad Construcción social de los Géneros (lo masculino y femenino)


El “ser joven no sólo tiene que ver con un dato biológico, en el ciclo vital, o un momento delimitado del ciclo vital, asociado fundamentalmente a un periodo de transición y preparación para la integración al mundo adulto y la salida de la niñez. La juventud o juventudes tienen un sentido socioculturalmente creado y asignado. Es decir, no se ha sido joven de la misma manera en todas las épocas e incluso, en algunos momentos históricos no han existido jóvenes.

La juventud como condición social —entre las diferentes clases sociales— y como imagen cultural diferente. Aparece en el escenario público en el siglo XX. Su origen se podría rastrear en el proceso de transición del feudalismo al capitalismo, así como en las diversas transformaciones producidas en el seno de instituciones como la familia, la escuela, el ejército y el trabajo (op. cit.). Feixa (1999) plantea que la juventud aparece como una „construcción social relativa en el tiempo y espacio, y que cada sociedad organiza la transición de la infancia a la vida adulta con formas y contenidos variables.

Esta mirada desde la construcción socio-cultural, de acuerdo a las proposiciones de .. presenta las siguientes particularidades[1]

a) Es situacional. Responde sólo a contextos delimitados; no se podría hablar de juventud en forma general sin tener en cuenta la especificidad de espacios y tiempos concretos en los que la noción surge.

b) Es construida. Sobre lo juvenil se dan procesos de disputa y negociación entre las significaciones elaboradas por el lugar que ocupan frente a sus adultos más cercanos —los padres, por ejemplo, e instituciones sociales externas, como la escuela—, en torno a los jóvenes y las culturas juveniles que ingresan y habitan las mismas. Estas significaciones a veces coinciden, otras veces mantienen una relación conflictiva o de negociación, donde se delimita quiénes pertenecen al grupo juvenil y quiénes quedan excluidos del mismo.

c) Es variable. Se construye y reconstruye permanentemente en la interacción social. Se produce en lo cotidiano. Sus ámbitos de referencia son íntimos, cercanos, familiares: los barrios, la escuela, el trabajo, la música los estilos, a moda, Internet, los medios de comunicación, entre otros.

d) Es transitoria. Dependiendo de tiempos biológicos y socioculturales que los integran o expulsan de la condición juvenil.

e) Se construye en relaciones de poder. Se advierte la existencia de construcciones discursivas dominantes, con valor de verdad, que recluyen otras formas subjetivas de habitar la juventud. Hoy las diversas estigmatizaciones por las que transitan determinadas subjetividades juveniles —aunque compartan la misma generación— los alejan del discurso dominante.

Acogiendo esta última proposición como dominante y hegemónica de los discursos sociales que prevalecen en los imaginarios sobre la juventud, especialmente aquellas pertenecientes a sectores empobrecidos, donde son visibilizados discriminatoriamente, se pude plantear que es una sociedad adultocéntrica[2], que considera potente y valioso lo referido a un modelo ideal del mundo adulto como “ meta” del desarrollo vital, todos los demás grupos son considerados en preparación ( niñas, niños, jóvenes) o retirada ( adultos mayores)

Los mundos adultos aparecen como dominantes y protectores de la formación-preparación de niños y niñas para su vida futura, los mundos juveniles como obedientes y dejándose formar, aunque a ratos también rechazando estas posiciones de sometimiento en que se encuentran.

La matriz adultocentrica propone un análisis crítico de las nociones de juventudes habilitando nuevas miradas y formas de exploración sobre prácticas y experiencias juveniles, en el mismo sentido u orientación con el concepto de generaciones[3] como referencias vinculadas a condiciones e identidades; y el recambio generacional se concibe como la mutación tanto de las subjetividades como de los entornos sociales, proceso múltiple, tan diverso como la sociedad y “las juventudes” o "generaciones" que en ella coexisten.

Una perspectiva generacional que favorece la comprensión de las juventudes como sujetos históricos, que varían de acuerdo a los sentidos que los diversos sujetos colectivos articulan en su internalización de marcas históricas de diversa duración. La irrupción y cambio de generaciones depende de la vivencia social y la interpretación subjetiva de tal vivencia, es decir, de la memoria y la identidad.

No obstante, los avances en las miradas multidimensionales de la constitución juvenil, permanecen o se sostienen arraigadamente, entre las de acción social y política, incluyendo las prácticas investigativas, visiones androcéntricas[4], en tanto consideraciones tácitas de los varones como sujetos de referencia de «la juventud»—, clarificadas en al menos tres constataciones recurrentes:

i) En el conjunto global de trabajos, las mujeres permanecen invisibilizadas como productoras de prácticas y sentidos específicos de juventud, subsumidas en esta hegemónica y restrictiva representación de «lo juvenil-masculino». Así, el mundo de la intersubjetividad pública (donde las chicas ocupan, en todo caso, una posición social marginal) se convierte en el ámbito privilegiado por parte de las ciencias sociales para indagar las lógicas delictivas, los lazos de pertenencia, afinidad y sociabilidad en el marco de «tribus»; los consumos ilegales, las modalidades de intervención política e institucional, y la conformación de identidades colectivas, entre otras muchas prácticas de impacto y visibilidad social indiscutida, y de fuerte presencia de varones.

ii) Cuando las mujeres «aparecen» como centro de atención, lo hacen casi exclusivamente de la mano de indagaciones basadas en el análisis de los cuerpos biologizados. Por ejemplo, en estudios sobre salud sexual y reproductiva (vida sexual, procreación juvenil, anticoncepción de emergencia, etc.)

iii) el género suele concebirse y nombrarse como sinónimo de diferencia sexual, o—más llanamente— como dato demográfico «innegable» de todo grupo humano, al tiempo que metodológicamente es tratado como «variable analítica» o criterio descriptivo de los «evidentes» contrastes entre varones y mujeres.

Invisibilizaciones que conducen a discriminaciones- expresadas en violencias y exclusión- sustentadas en la naturalización de sus procesos de producción, partiendo de las diferencias sexuales, aportando el género y la teoría feminista valor y función crítica al definir masculinidades y feminidades como configuraciones históricas de la identidad, en consecuencia dinámicas e indeterminadas, por lo tanto, susceptible de cambios, reversiones y resistencias múltiples.





[1] Castilla, Analisa, “ Aproximación al discurso juventud como construcción sociohistórica- cultural”. Última Década n° 25, CIDPA Valparaíso, diciembre. 2010. Pp. 43 -58 Apellido, Nombre, “Título del artículo”. Nombre de la Revista. Número. Año. p. o pp.
Cita del texto en nota no inmediata debe contener: Apellido, “Título del artículo (abreviado)”
[2]Duarte, Claudio, Taller de Liderazgo Juvenil, Fundación Ideas, 2005.
[3] Muñoz, Víctor, Generaciones en tránsito. juventud, estudiantes e izquierdas políticas en el cambio de siglo. (Santiago de Chile y Ciudad de México 1986-2006), Tesis Doctoral, UNAM, México, 2009.
[4] Elizalde, Silvia“ El androcentrismo en los estudios de juventud”. Última Década n° 25, CIDPA Valparaíso, diciembre. 2006. Pp. 91-110.


Fecha: Sábado 14 de Enero.
Facilitadora: Francia Jammett

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